La democracia es un sistema político, una forma de vida y de convivencia social. Hasta ahora, el mejor instrumento para organizar a la sociedad y para que la gente encuentre paz, tranquilidad y bienestar.
Los graves problemas nacionales han puesto en duda la eficacia de esta forma de gobierno. La parálisis económica, la crisis sanitaria y la inseguridad han vulnerado su efectividad política y la fe democrática. Lo que sí es cierto, y está probado, es que el voto ciudadano ha sido la opción política para dirimir diferencias y evitar que las confrontaciones se conviertan en antagónicas.
López Obrador es producto del ejercicio democrático. Esta realidad habla bien del avance en esta materia. El 2024 será una prueba más para convalidar este derecho del pueblo. El presidente tiene prisa y está en plena campaña política-electoral. Su objetivo es ganar la Presidencia de la República para mantener en el poder por seis años más al movimiento de Morena. Va con todo. Sus candidatos están a la vista. «Sobre advertencia no hay engaño». Es su trabajo y su responsabilidad. «Que no haya ilusos para que no haya desilusionados».
Hasta ahora, a la oposición se le ha dado un enfoque maniqueo y reduccionista que ubica a los partidos políticos como la única oposición y este tratamiento es incorrecto. Los partidos, aliados o no, sólo serán una parte de la gran oposición nacional. Ya están a la vista y por aflorar otros grupos sociales, nacionales y regionales, que se sumarán a la insurgencia opositora.
El gobierno ha dirigido los cañones de su fusilería hacia la trinchera aliancista. Los audios de Alito han demolido a la dirigencia del PRI, provocando división interna y, por supuesto, desacreditándolo ante la opinión pública. El PAN en lo mismo, sufriendo los embates de su falta de unidad y liderazgo. No conecta con la gente.
La verdadera oposición está por venir. El sustento real opositor será la conformación y suma de los colectivos sociales. Están presentes y han luchado por sus causas de forma valiente, clara y contundente. No han sido escuchados y están prestos a participar en la contienda por la Presidencia en 2024: clases medias, mujeres en su lucha, madres y padres de niños con cáncer, Frente Cívico Nacional, los partidos políticos aliados, empresarios, movimiento cardenista, movimiento Colosio nacional, campesinos y obreros.
Está será una real oposición. Los partidos políticos tradicionales, aún unidos, no podrán con la encomienda, no soportarán el socavón morenista. Están rebasados, enredados en la madeja de sus intereses. La unión de todas y todos los colectivos sociales y los partidos políticos será la única manera de contender con fuerza por la Presidencia de la República.
Los partidos políticos aliados y los colectivos, como en el Plan de Guadalupe, deben hacer propuestas concretas que motiven el sentimiento popular y convoquen a la ciudadanía a emitir su voto. No muchos ofrecimientos, cinco ideas motoras capaces de sacar a la gente a votar, defender sus causas: garantizar seguridad y combate a la delincuencia, reactivar la economía, respetar la división de poderes, salud pública y combate a las pandemias, apoyar a las clases medias, mujeres, productores y a la iniciativa privada.
La mejor defensa de la democracia es la participación ciudadana. No podemos exigir a otros desde la cómoda postura de la indiferencia. Hagamos de la democracia y del ejercicio del voto una costumbre cotidiana. En política la imaginación es fundamental, echémosla a retozar y seguro encontraremos la salida a nuestras inquietudes y esperanzas.